Una sola cosa es necesaria (Lc 10,42)

«Martha, estás preocupada e inquieta por muchas cosas. Pero solo una es necesaria» Lc 10, 41-42.

Ustedes se dedican a muchos ejercicios de piedad y de devoción, con cierta perturbación y agitación; pero solo hay uno que es necesario por encima de todos los otros, y es unirse bien con Nuestro Señor. Porque Jesucristo es la única fuente de salvación y de perfección para todos. «María eligió la mejor parte» [Lc 10,42].

Los ministros de Dios tienen especial necesidad de este consejo, porque las almas pertenecen a Nuestro Señor, él sabe el designio que tiene para ellas, y es de él que los apóstoles deben recibir la gracia y la fuerza para ayudarlas.

¡Oh! ¡Qué fácil es para Nuestro Señor convertir las almas cuando él quiere y como conoce él los medios! Si les diera a los jefes de Estado el celo de San Luis, y a los obispos y sacerdotes la dedicación de los apóstoles, las naciones serían pronto transformadas.

¿Qué no ha hecho con débiles instrumentos, como santa Catalina de Siena, Juana de Arco, santa Teresa?

Un alma bien unida a Nuestro Señor contribuye poderosamente a la salvación del género humano, incluso en la soledad.

Aquellos que están unidos a Dios, dice Luis de Blois, y que le dan pleno poder para obrar en ellos lo que le place, le son muy agradables y aportan más de provecho a la Iglesia y la salvación de las almas en una hora que otros en varios años.

Pongamos, pues, todo nuestro cuidado en unirnos a Nuestro Señor y perfeccionar esta unión. Pidámosle urgentemente esta gracia.

Si estamos unidos a Nuestro Señor, no tengamos miedo de nada, él velará por todos nuestros intereses. «El Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Cristo Jesús, los perfeccione, confirme y solidifique. A él sea la gloria y el imperio por los siglos. Amén» (1 Pedro 5, 10-11).

Padre Dehon, Retiro de renovación III/65

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